Hubo un tiempo en el que los pilotos de zepelín eran tan admirados como lo fueron los astronautas años después. En el periodo de entreguerras, tuvieron lugar los primeros viajes aéreos rápidos y cómodos, y Hans von Schiller fue uno de los pilotos que navegaba los dirigibles.
1891-1976
Hans von Schiller fue capitán de zepelín en una época en la que la simple mención de la profesión llenaba de asombro a la gente. Este pionero del turismo aéreo voló sobre el Ártico y cruzó el Atlántico hasta los Estados Unidos y América del Sur en innumerables ocasiones.

En 1929, Hans von Schiller estaba a bordo del famoso dirigible alemán, el LZ 127, llamado Graf Zeppelin. La aeronave de 236 metros de largo viajó alrededor del mundo en 12 días y medio. Lo acompañaban en la cabina dos instrumentos Longines. Al final de este extraordinario viaje, el capitán felicitó a Longines por telegrama por la precisión y fiabilidad de los cronómetros y donó las piezas históricas a lo que más tarde se convertiría en el Museo Longines.
Longines también equipó la mayor aeronave comercial jamás construida a la que se le asignó una ruta regular entre Estados Unidos y Europa: el famoso LZ 129 Hindenburg. El zepelín ofreció a docenas de pasajeros la comodidad de un transatlántico a una velocidad de crucero de 130 km/h. La habitación principal tenía incluso un piano. La cabina de mando estaba equipada con tres cronómetros Longines, que mostraban la hora estándar, la hora de Greenwich y la hora sideral de Greenwich. Por desgracia, este zepelín tuvo un accidente mortal en 1937. Hans von Schiller se salvó porque no estuvo en el despegue, debido a un retraso en su viaje anterior.
La cabina del Graf Zeppelin estaba equipada con instrumentos Longines del calibre 24.41. Mostraban la hora sideral local y la de Greenwich en cuadrantes de 24 horas con una reserva de marcha de 8 días. Versiones modificadas del calibre volaron en el LZ 129 Hindenburg.