Auguste Agassiz & Ernest Francillon

Auguste Agassiz y su sobrino, Ernest Francillon, fueron los pioneros de Longines. Estos padres fundadores tuvieron un profundo impacto en la empresa, la región y el conjunto de la relojería suiza.
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La exploración de lo desconocido. El descubrimiento de las áreas antes desconocidas. ¿Son siempre áreas geográficas? ¿Debería ser siempre capaz de localizarlas en un mapa? A su manera, Agassiz y Francillon fueron visionarios y pioneros en su oficio: los exploradores de la relojería industrial.

Como desde 1832 fabricaban relojes en un valle remoto de las montañas suizas del Jura, sin electricidad, sin agua corriente y sin ningún otro método de comunicación más que la diligencia, Agassiz y sus relojeros se embarcaron en una tarea verdaderamente difícil. Especialmente porque, en este periodo, saber la hora exacta no era precisamente una necesidad. Pero eso no importaba: lo que importaba era adelantarse a su tiempo.
Reconoció en su sobrino a una persona que compartía su visión de la necesidad de ayudar, por lo que lo introdujo en su ambicioso proyecto. El joven Ernest Francillon no tenía dudas ni temores en lo que respecta a la nueva era de la industrialización: era el único camino posible.

Inspirado por esta convicción, transformó el taller de relojería de su tío en una nueva fábrica. Desde 1867, los relojeros trabajaron juntos bajo el mismo techo, ayudados por máquinas. La fábrica se construyó en el "longs prés" de Saint-Imier: el lugar que daría nombre a Longines.

Desde el principio, el nombre de los relojes Longines se adornó con un logotipo, un reloj de arena alado, así como con un número de serie. La lucha contra las falsificaciones se iniciaba desde el primer minuto, pues los fundadores de la marca nunca dudaron de su éxito ni de lo que conllevaba.