Joseph-Elzéar Bernier

Capitán de barco a la edad de 17 años, Joseph-Elzéar Bernier es un personaje salido de una novela. Desempeñó un importante papel en el trazado del mapa del lejano norte, siempre acompañado por sus fieles cronómetros Longines en sus aventuras.
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1852-1934
En 1904, durante su expedición al Polo Norte desde Quebec, el capitán Joseph-Elzéar Bernier se ayudó de dos cronómetros Longines para leer la hora de Greenwich, una indicación esencial en la navegación. Las piezas eran de la serie Express Monarch, cuyo uso estaba inicialmente destinado a las compañías de ferrocarril.

El aventurero quebequense se convirtió en capitán con 17 años, tras haber pasado muchos años cruzando los mares y océanos en buques de carga que transportaban principalmente madera canadiense.
Se interesó por los polos y dirigió, como agente del gobierno canadiense, una expedición de exploración a las islas del Ártico canadiense al norte de la bahía de Hudson, concretamente, a una isla cercana a Groenlandia, la isla de Baffin y a la península de Melville. Durante la larga expedición de 429 días, los cronómetros a bordo de su barca estaban apagados: uno por 13 segundos y el otro por 4 segundos. Por lo que el capitán Bernier y su tripulación confiaron en los relojes Longines y les fueron fieles a lo largo de los años, y adoptaron las nuevas innovaciones de los cronómetros Longines en cada expedición.
Bernier eligió los primeros cronómetros Longines (calibres 21.59 y 21.60) desde el principio para ayudarle a navegar por las tierras más inhóspitas: el lejano norte. Estaban diseñados a petición de los pioneros del transporte ferroviario, y también acabaron equipando los barcos.